martes, 19 de enero de 2016

LA DIFICULTAD Y LA IMPOTENCIA DE SER PADRE (HOMBRE)

Nunca pensé que cuando faltaba poco para iniciar lo que debía ser lo mejor de mi vida, pudiera convertirse en el peor capítulo de esta película llamada vida.
Un sueño que parecía hacerse realidad, el cual parecía imposible que nadie pudiera detener.

Hace aproximadamente cinco años, conocí a la persona que parecía ser la mujer de mi vida.  Todo era perfecto en esta relación. Una relación iniciada en la distancia, pero que parecía que nadie pudiera detener.  Una relación que a pesar de la distancia, ofrecía una estabilidad y una  complicidad, difícil de cuestionar.

Nuestros proyectos se basaban en el hecho de formalizar una familia, y parecía no encontrar impedimento alguno. Todo iba por buen camino, y pronto llegaría la convivencia conjunta en mi domicilio de Barcelona, ya que ella se encontraba a unos 800 kilómetros de distancia.

A esperas de que llegara el momento de poder compartir nuestras vidas llevando a cabo una  convivencia conjunta en dicho domicilio, la vistitas eran con bastante frecuencia por ambas partes.

Mientras se estudiaba de forma madurada la viabilidad de esta convivencia, el propósito de formalizar una familia, era un tema muy presente en todas nuestras conversaciones. Tanto fue así, que a tan solo unos tres o cuatro meses de realizar su mudanza, ella quedó embarazada. Un proceso un tanto difícil, ya que existía una pequeña dificultad en su aparato reproductor. Esto no sería un impedimento, a nuestro proyecto de formalizar una familia. En cuestión de unos meses, solventamos esta dificultad, sometiéndonos a un tratamiento de Inseminación Artificial.

Todo parecía ir por un camino que sólo podía llevarnos a la felicidad, y nunca pude llegar a pensar que algo o alguien pudiera detener lo que era para mí, el mejor capítulo de mi vida.

Ella supuestamente estudiaba la negociación con la empresa que me manifestaba estar trabajando, para lograr un traslado laboral a la ciudad de Barcelona. Según la información que me transmitía, su trabajo consistía en llevar la dirección de contabilidad de la empresa Telefónica. Un trabajo que yo valoraba de notable importancia, y por el cual se retrasaba su traslado a Barcelona.

El único motivo en el cual no coincidíamos, era en la nula relación que mantenía con sus familiares. En varias ocasiones, le había llegado a manifestar mi deseo de conocer a su familia. Ella se oponía a ello, ya que decía ser totalmente independiente, cosa que tuve que respetar, a pesar de que nunca argumentara ese desapego familiar.

Al margen de todo esto, nosotros continuamos con nuestro proyecto. Iniciamos la convivencia en mi domicilio, cuando ella ya estaba embarazada de tres meses.

Había empezado el mejor y más importante proyecto de mi vida, junto a la persona que parecía ser mi compañera de viaje eterno. Pero pronto se empezaría a enturbiar nuestra relación.

Cuando tan solo llevábamos unos tres meses de convivencia, ella dio un giro en su actitud, convirtiéndose en una casi desconocida para mí, nada parecida a la que conocí tiempo atrás. Una frialdad y una descoordinación por su parte, la cual llegué a pensar que pudiera venir provocada por los síntomas del embarazo.

Bien…, pues he aquí el inicio, de lo que iba a ser el peor y más amargo episodio de mi vida. Sin opciones de acuerdo, ella tomaba la decisión rotunda de romper nuestra relación, incluso notificándome su intención de interrumpir el embarazo, el cual se encontraba en un estado avanzado de gestación.
Intentando por mi parte todo lo posible por reconducir nuestra relación sentimental, ella se negaba rotundamente a ello. Siendo una decisión clara y rotunda por su parte la de romper nuestra relación de pareja y la detener el embarazo, finalmente conseguí convencerla de hacerme cargo al completo, del niño que venía en camino.

Ella incluso llegó a exigirme que redactáramos un convenio regulador, para desentenderse al completo de nuestro futuro hijo. Convenio que finalmente no firmó, chantajeándome económicamente para llevar a cabo la firma de dicho documento.

Con el propósito de que ella pudiera encontrarse cómoda durante los últimos meses de gestación, le cedí mi casa de Barcelona hasta la recuperación del parto.

En Enero de 2012, me propuso la opción de que viniera su hermano a vivir con ella. A pesar de que nuestra relación se enturbiara por la rotunda decisión que tomó de romper nuestra relación sentimental, no dudé en darle mi autorización para que viniera su hermano a convivir con ella, en sus últimos meses de embarazo.

Esta autorización, acabaría perjudicándome y decepcionándome en el ámbito personal.

Al margen de tener que soportar estas difíciles e incomprensibles actuaciones por su parte y como padre del niño que venía en camino, no dejé de prestarle todo mi apoyo moral y económico, hasta el día del parto. Acudíamos a clases de pre-parto juntos, a los controles médicos, llamadas diarias, compras, etc… 

Tanto así, que en la última visita médica al Hospital de La Maternidad de Barcelona, tuvimos que quedarnos por el avanzado estado de dilatación en el que se encontraba.

A pesar de que nuestra relación sentimental fuera quebrada por su propia decisión, en un momento como el parto, llegué a pensar que quizás pudiéramos ser capaces de reconducir lo que tiempo atrás habíamos conseguido. No sólo fui yo quien llegara a pensar eso, sino que mi familia la cual le tenía mucho aprecio, tenían la esperanza de que así fuera.

En el momento que la doctora que nos visitaba nos comunicó que nos encontrábamos de parto, toda mi familia se desplazó al Hospital para poder acompañarnos en el que sabían que sería el día más feliz de mi vida.

No puedo decir lo mismo de su hermano, el cual convivía con ella en mi domicilio. A pocas horas para recibir el alta médica, fue cuando apareció en la habitación que nos encontrábamos. Una habitación exclusiva y de pago, la cual solicité para ofrecerle a ella una mayor comodidad.

Este llegó al hospital con una actitud un tanto alarmante y agresiva, ordenándole a toda mi familia que salieran de la habitación.

No podía llegar a entender nada de los que estaba pasando.

Mi mente no asimilaba el contraste de sensaciones que estaba presenciando en ese momento. No entendía que algo ni nadie, pudiera estar ocasionando un conflicto tan agresivo, en el momento más importante de mi vida.

Sin posibilidad de compartir palabra con ellos, se dedicaban a amenazarme con avisar a los Mossos d’Esquadra, alegando que declararían una falsa actitud agresiva a la madre, por parte de la familia paterna.

En medio de este conflicto y debido a mi estado de shock ocasionado por esta tan desagradable situación, mi familia me pedía que saliera a la calle a tomar un poco el aire. 

Aprovechando mi ausencia, recogieron sus pertenencias y se dirigieron hacia la puerta de entrada al Hospital, donde les esperaba un taxi.

Fue en ese momento cuando mi hermano se encontraba acabando de ajustar la sillita del coche para llevarnos para casa, cuando se percató de que estaban subiendo a un taxi para irse sin avisarme.

A pesar de que mi estado de ansiedad me tenía bloqueado, no dudé en salir corriendo para intentar hablar con ella. Un intento si éxito, ya que insistían con amenazas de avisar a los Mossos d’Esquadra, así como con gestos de agresión hacia mí.

Continuando con este episodio tan amargo, cogimos rumbo a mi casa, con el fin de insistir en dialogar sobre este  suceso tan surrealista.

Fue en ese momento, cuando pude entender que su hermano no se presentara antes en el hospital, para ofrecerle apoyo a su propia hermana.

A la llegada a mi domicilio, pude darme cuenta de que estaban llevando a cabo un proyecto premeditado y elaborado en el tiempo. Sin prejuicios de ningún tipo, y sin escrúpulos de saber el daño que ocasionaban.

Las malas actuaciones de estas dos personas parecían estar bien planificadas, ya que cuando pensaba que podría ser debido a una depresión post parto, volvían a sorprenderme con cualquier otra de aún mayor gravedad.

A la llegada de mi casa, pude detectar que habían cambiado las cerraduras de la puerta de mi domicilio, negándome radicalmente la entrada.

En vistas de no tener opción de conversar con ellos y de impedirme la entrada a mi propia casa, no tuve más remedio que solicitar la presencia de los Mossos d’Esquadra. Estos se presentaron en casa al momento, e intentaron mediar con ambas partes.

La siguiente sorpresa que pudimos presenciar, fue en el momento en el que los agentes pidieron la identificación de cada una de las personas que allí nos encontrábamos. Fue en ese momento, en el que supimos que la persona que nos había presentado como su hermano, resultó ser la pareja sentimental desde ya hacía varios años, de la persona que poco tiempo atrás, me hubiese manifestado su intención de formalizar una familia junto a mí.

La intervención de los agentes en mi domicilio, sirvió como conclusión para que solo nos quedáramos en casa los dos progenitores y el bebe A pesar de ello, la persona que había ocultado su identidad, insistía con constantes amenazas desde la calle.

Podría decir que esta fue la noche más larga de mi vida. Sin poder acercarme a mi hijo en su segundo día de vida, ya que la madre me lo negaba. Negándome incluso a realizarle los cuidados necesarios, ya que se mantenía encerrada en la habitación advirtiéndome de que si entraba, avisaba a la policía declarando que la estaba agrediendo. Sin poder dialogar con ella. Verbalizando tener claro lo que iba a hacer con mi hijo, así como con la clara amenaza de que no lo volvería ver. Insinuándome que me iba a sacar todo el dinero que pudiera y más, etc…

El domingo 1 de Abril de 2012 a las 07:00 horas de la mañana, salió de la habitación dejando a nuestro hijo en el sofá donde yo pasé la noche, como si de un cojín se tratase. Sin cruzar  palabra conmigo, desapareció hasta las 13:00 horas del medio día, teniendo que recurrir en el momento de su ausencia a una farmacia de guardia, para poder continuar la alimentación necesaria para mi hijo, a pesar de que ella improvisara en el momento del parto, la decisión de darle lactancia materna.

En vistas de la violenta situación amenazante del que presentara hasta el día anterior como su hermano y su dejadez, me puse en contacto con mi abogada para recibir un asesoramiento. Esta me recomienda apartar a mi hijo de esta tan incómoda situación con el fin de no trasmitirle el malestar al menor, así como el poder atenderle adecuadamente a todas sus necesidades. Por indicaciones de mi abogada y por la proximidad a mi domicilio, decido coger a mi hijo y trasladarme a la casa de un amigo previo aviso a la madre del lugar donde nos encontramos, con la intención de que pudiera verlo y para evitar recibir una denuncia por secuestro.

Se presentan dos agentes de los Mossos d’Esquadra en casa de mi amigo, para comprobar que el menor se encuentra en perfectas condiciones, y así lo manifiestan en el acta.

A pesar de no haber en ningún momento malas intenciones por mi parte a pesar de lo ocurrido, ella se dedicaba a tramitar falsas denuncias hacía mí, en lugar de preocuparse por su hijo.  (Denuncia por malos tratos, Denuncia por secuestro de menores, etc...) Denuncias que aunque claramente algunas hayan sido archivadas, en ningún momento han sido cuestionadas por el simple hecho de que iban dirigidas a un hombre.

Sin recibir ninguna llamada por su parte para interesarse en ver a su hijo ni por el estado del mismo, se dedicaba a acudir a los diferentes cuerpos de policía, argumentando el haber sido una víctima maltratada.

En el quinto día de vida de mi hijo,  salí de paseo para hacer algunas compras. Con nosotros venía el que habíamos decidido que sería el padrino del niño. En la salida de su casa, nos organizamos de forma que el cogería a mi hijo en brazos, mientras yo sacaría el cochecito de paseo.

Comenzaría otro amargo episodio, cuando a la salida de su casa, nos encontramos con la madre de mi hijo y su pareja sentimental. Estos en una actitud violenta, empezaron a agredirnos físicamente,  y a insultarnos de forma continuada. Sin ningún tipo de miramiento, ella intentó arrebatarle el niño a su padrino, sin contemplar la posibilidad de que este pudiera caer al suelo y provocarle graves lesiones, teniendo en cuenta que tan solo tenía cinco días de vida. Sin posibilidad de dialogar, únicamente se dedicaron hacer descalificaciones y continuaban con las agresiones, las cuales no fueron correspondidas por nosotros. Gracias a vecinos y a los propietarios de una farmacia que había debajo de casa, conseguimos refugiarnos hasta que llegaran los agentes de los Mossos d’Esquadra.

Priorizando el bienestar de mi hijo, descarté tramitar denuncias sobre las agresiones recibidas. Los agentes intentaron mediar de nuevo entre ambos, y consiguieron dispersar tan desagradable acontecimiento. Al día siguiente acudí al Hospital de la Maternidad, para que los profesionales médicos comprobaran que la alimentación y los cuidados estaban siendo los adecuados.

Es en el momento en el que nos encontramos en el Hospital de la Maternidad, cuando recibo una llamada del  Departament de Benestar Social i Familia, los cuales me comunican el estar interesados en tener una entrevista conmigo. Informándoles de que en ese mismo momento me encuentro en el Hospital La Maternidad de Barcelona, concretamos para presenciarme durante la misma mañana, una vez haya salido del Hospital.

Sin tener opción de respiro respecto a las malas noticias recibidas desde el nacimiento de mi hijo, volvería a presenciar una de las peores a las que me he visto sometido.

En el momento que llego a las oficinas del Departament de Benestar Social i Familia, me ofrecen el dejar a mi hijo en la guardería del centro, mientras me hacen la entrevista. Me cuesta reconocer que un bebé de tan solo seis días de vidas, pueda entorpecer una entrevista entre personas adultas, por lo que les manifiesto mi interés de que mi hijo se quede conmigo durante la misma. Finalmente, insisten hasta obligarme a que el niño no permanezca en la sala.
Es así como el Departament de Benestar Social i Familia, actúa con un reciente padre de familia, el cual se encuentra ante un conflicto familiar con la madre del menor.

Hubiese sido de la misma manera en el caso de que hubiese sido la madre la que se presentara en las dependencias de este departamento?

Bien…, pues así es como el Departament de Benestar Social i Familia, se apodera de la tutela de mi hijo de seis días de vida, argumentando un desamparo por el simple hecho de que existe un conflicto entre los progenitores del menor.

Debería el Departament de Benestar Social i Familia,  retirarle la custodia a todas las parejas que deciden separarse teniendo hijos en común, declarando desamparo?

Sin dar opción de ningún tipo y sin respectar el acta de los Mossos d’Esquadra el cual detallaba que el menor se encontraba en perfectas condiciones, ellos se tomaron la libertad de declarar un  desamparo. Como consecuencia de ello, después de unas horas de conversaciones ensayadas, me retiran a mi hijo de mis brazos, como si de un delincuente se tratase.

Si la situación ya me estaba siendo difícil de asimilar, no me ayudaba nada el no saber cuándo iba a poder volver a ver lo que más quiero en esta vida.

Los días pasaban, y no recibía noticias de ningún tipo en cuanto a poder volver a ver a mi hijo. Me obligaron a estar unos ocho días sin verlo, y cuando por fin me citan para verlo, me dejaron 45 escasos minutos, los cuales estaban controlados por personal de este departamento. Tres fueron las ocasiones en las que pude ver a mi hijo, en espacios de ocho a once días.

Finalmente y tomándose la libertad de hacer y decidir lo que ellos consideraban oportuno respecto a mi hijo, me facilitan unas visitas semanales para poder acudir a ver a mi hijo a un centro de acogida Estás visitas quedaban reducidas a dos días a la semana, y de tan solo de 45 minutos.

Según me manifestaba el equipo técnico, la madre disfrutaba de las mismas condiciones en el centro. En ocasiones y a modo confidencial, me habían llegado a informar de que no era exactamente así.

A los dos o tres meses del nacimiento de mi hijo y como consecuencia del conflicto con la madre del mismo, me vi obligado a hacer lo posible por recuperar mi vivienda, ya que desde aquel entonces, todavía seguía cediéndole mi domicilio para evitar más conflictos de los que había.

Debido al interés que siempre he demostrado hacia mi hijo, me he visto obligado a suplicar por todos los medios el que me aumentaran las vistitas en el centro. He presentado comunicados para poder hacer coincidir las comidas de mi hijo, con las horas de visitas tan reducidas que me ofrecían. Para poder estar presente en las vacunas que ha necesitado. Tuve que insistir y suplicar que pudieran venir mis familiares a ver a mi hijo, y finalmente tan solo me concedieron una visita de 45 minutos al mes. He tenido que suplicar, enviar escritos, etc…, para que el padrino de mi hijo, pudieras venir a verlo. (Tardaron siete meses y medio en concedérmelo).

Es muy triste presenciar que, por el hecho de ser un hombre, pongan en duda tus sentimientos hacia tu hijo. Pongan en duda tu orientación sexual, debido a unas falsas declaraciones por parte de la madre, para descalificarte como padre. Declaraciones que después de casi cuatro años, todavía se estén cuestionando, en lugar de repasar la documentación aportada por profesionales de diferentes sectores para sacar conclusiones en beneficio del menor.

He visto crecer a mi hijo encerrado en un centro de acogida, debido a una mentalidad mal entendida como feminista y que abunda en este país, las cuales descalifican a los hombres como padres, por el simple hecho de ser hombres. Es lamentable que personas con esa mentalidad, tengan el poder de decidir cosas tan importantes en las vidas de mucha gente.

He tenido que soportar comentarios despectivos del equipo técnico del centro de acogida hacia mí, a pesar de haberme reconocido en varias ocasiones el ser un ejemplo como padre. Descalificaciones como padre por el hecho de tener un conflicto, con una persona que quiso aprovecharse de la inocencia de un hombre el cual tenía la ilusión de crear una familia. Un hombre que siente devoción por su hijo. Un hombre que es capaz de hacer todo lo que esté en su mano, con tal de beneficiar a su hijo. He tenido que soportar interrogatorios malintencionados, para provocar el que perdiera las formas y así argumentar una mala influencia hacia el menor.

Cuando yo pensaba que todo este episodio iría dirigido a los tribunales, apareció DGAIA para imponer sus leyes. Leyes sin argumentos firmes y coherentes, y con una actitud FEMINISTA, dirigida siempre al beneficio de la madre.

Estas leyes provocaron que mi hijo permaneciera en dicho centro, hasta cumpliera aproximadamente los trece meses de vida. Fue en este momento, cuando DGAIA decide que mi hijo salga del centro otorgándonos permisos de cinco días con la madre, y diez días con el padre.

Esta conclusión en cuanto a los permisos, viene guiada por el informe que este departamento realiza, en el cual ya declara la falta de apego de la madre hacia el menor.

DGAIA fuerza la situación del menor, para intentar conseguir un mayor apego entre ambos, otorgándole el primer permiso a la madre y ofreciéndole la oportunidad de pernoctar en el centro durante los dos días previos a la salida del mismo.

Esta falta de apego por parte de la madre hacía su hijo, la atribuyen a las pocas visitas en las que se había personado Sin tener la información exacta de la totalidad de dichas visitas, me informan de que habían sido un total de nueve visitas, durante los últimos diez meses de estancia en el centro. De la misma manera, me informan de que en ocasiones y sin previo aviso, no se había presentado a las visitas. Es por ello y por la falta de interés hacia su propio hijo, según declaraban los cuidadores del centro, lo que provoca una falta de apego y complicidad hacia el menor.

Poco tiempo después de llevar a cabo estos permisos en los que mi hijo permanece en el doble días con su padre, DGAIA decide igualar los permisos entre ambos progenitores. Esta decisión viene tomada a raíz de que la madre, se traslada de nuevo a su antiguo domicilio. Este, a unos ochocientos kilómetros de Barcelona.

Todo parecía ir con cierta normalidad, a pesar de que el hecho de que la madre se hubiese trasladado a su antiguo domicilio, suponía que yo me viera sometido a unos frecuentes y costosos desplazamientos, para las recogidas de mi hijo.

Después de unos cuantos meses llevando a cabo dichos permisos y coincidiendo con la recogida del menor por parte de la madre, DGAIA vuelve a jugarme otra mala pasada.

Una vez entregado al menor en el centro donde realizábamos los intercambios para que la madre iniciara su permiso y donde este había estado internado hasta la fecha, el equipo técnico del centro me entrega una carta donde informan sobre el levantamiento del presunto desamparo declarado por ellos mismos, devolviendo la tutela del menor a sus progenitores.

Es en aquel entonces, cuando nos vemos en la obligación de recurrir a la vía judicial, para luchar por la custodia del menor.

Aprovechando la ocasión, la madre de mi hijo decide tomarse la justicia por su mano, negándose a cumplir los permisos establecidos por DGAIA. Coincidiendo con la siguiente fecha de entrega del menor por parte de la madre, ella se negaría hacer entrega del mismo, reanudando un conflicto entre ambos.

Esta actitud por su parte hizo que tuviera que estar durante más de tres meses y medio, sin tener  ningún tipo de información ni contacto con mi hijo a pesar de mi insistencia.

Finalmente y gracias a las actuaciones por parte de mi abogada, conseguimos firmar un convenio regulador, para reanudar las estancias del menor con ambos progenitores después de unos cuatro meses sin poder tener ningún tipo de contacto con él.

Nada ha estado fácil hasta la fecha. Sin ningún tipo de implicación por parte de la madre, el contacto telefónico acordado a la fecha de la firma del convenio regulador por indicaciones de la juez, no ha sido tarea fácil. La comunicación entre progenitores con la intención de intercambiar información acerca de la salud de nuestro hijo en común, no ha existido desde la fecha.

Son muchas las actuaciones malintencionadas que ha tenido la madre desde el inicio de este suceso tan surrealista. Por el contrario, al parecer nunca se han tenido en cuenta y/o no se han cuestionado por ser de la figura materna de quien provenían.

En ningún momento se ha valorado cual era el estado del menor, a pesar de que siempre se haya manifestado ese fin. Valoraciones la cuales han hecho que yo me viera en la obligación de recurrir a profesionales del sector de la psicología infantil, para evitar el que todo este episodio pudiera repercutirle a mi hijo. Después de realizar seguimientos, pruebas científicas, así como juegos simbólicos durante aproximadamente dos años, los resultados siempre han coincidido en un fin. Estas conclusiones siempre han sido favorables al padre, donde el menor encuentra el bienestar y los valores necesarios para su correcto crecimiento.

Dos han sido los informes presentados por profesionales de la psicología infantil, y aún así, se sigue cuestionando el que un HOMBRE pueda estar ocasionándole ese bienestar a un niño.

Sin contemplar la efectividad de cualquiera de los progenitores, siempre se han basado en cuestionar la validez del padre. Por el contrario y sin argumentos para ello, se ha ido dando tiempo a la madre para reconducir su conducta desde el inicio de este episodio tan amargo, y sin conseguirlo

Triste es pensar que este proceso se haya podido retrasar hasta casi los cuatro años de vida del menor, teniendo en cuenta que el inicio de este conflicto viene provocado por la madre, desde el nacimiento del mismo.

Por difícil que parezca después de haber leído detenidamente este escrito, han sido muy resumidos los diferentes acontecimientos. Acontecimientos nada agradables para una “persona” que ha luchado siempre por el bienestar de su hijo, e independientemente de su sexo.

Ha habido sucesos y trámites que no han sido especificados en este escrito, con el fin de no alargarlo en exceso. No obstante, he intentado trasmitir los más pronunciados, a pesar de que no ha habido ninguno que haya tenido desperdicio alguno. Escenas en las que tan solo se ha tenido en cuenta, el poner en duda la seriedad que el caso en cuestión ha adoptado en todo momento, por el hecho de haber sido expuesto por la figura paterna.

CONCLUSIONES

Después de casi cuatro años padeciendo esta discriminación sexista, sigo luchando por lo que más quiero en esta vida. MI HIJO.

Me niego a reconocer o asimilar que un niño tenga que ser custodiado por su madre, independientemente de cuál sea su interés. Es evidente cuál es el de esta persona, teniendo en cuenta que al inicio del conflicto, ya solicitaba una manutención de quinientos euros y mi piso de propiedad.

Me niego a reconocer que se le pueda otorgar la custodia del menor a una madre por el simple hecho de ser mujer, cuando nunca le ha demostrado a su propio hijo, un interés emocional.

Cuesta mucho reconocer que delante de las declaraciones del menor en cuanto a no querer a la madre, se le obligue a permanecer junto a ella.

Es de importante reflexión, el hecho de que toda la información presentada ante los tribunales, lleve a una sola conclusión con respecto al bienestar del menor.

Es un gesto deplorable, el hecho que se cuestione el trabajo realizado por unas profesionales del sector de la psicología infantil basándose en exploraciones y ejercicios clínicamente aprobados, cuando el último informe realizado por el perito judicial solicitado por una juez, diga básicamente lo mismo en tan solo dos visitas con ambos progenitores y el menor.

Es también decepcionante que recurriendo a la justicia con argumentos firmes y estructurados, se ponga en duda el trabajo realizado por varios profesionales del derecho, por ser un hombre la persona a defender.

Y por último y con el fin de no extender este escrito en exceso, manifiesto mi impotencia por la discriminación a la que se me ha sometido, POR EL SIMPLE HECHO DE HABER NACIDO HOMBRE.

Agradecimientos

Mis más deseados agradecimientos a todas las personas que me han apoyado en todo momento, ante esta tan desagradable situación.

Dar las gracias a Sonia Reina, por ser la persona que ha hecho que haya podido llevar adelante todos los trámites necesarios y asesorándome en todo momento, desde la profunda y más efectiva  profesionalidad.

Dar las gracias a Laura Rovira y Sara Zorati, por el gran e implacable trabajo realizado. Gracias por tratar a mi hijo con la prudencia y el cariño que se merece. Por el asesoramiento psicológico que me habéis trasmitido, etc..


Gracias.

Jose Manuel G.C.

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